Tranvía fotografiado en la plaza de Martin Moniz cubriendo la desaparecida carrera 19. Año 1987. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Se aproxima la Semana Santa, tiempo de procesiones pero, también, de permitirnos una pequeña escapada con la que desconectar de la rutina diaria. Visitar Lisboa es, sin lugar a dudas, una magnífica opción para estas fechas, una ciudad sumamente acogedora, con un inmenso patrimonio cultural, magnífica gastronomía y, ¡como no!, una apasionante red de tranvías que, pese a los recortes experimentados en las últimas décadas, todavía conserva cinco espectaculares líneas, plenamente operativas.
Coche 451 fotografiado en la plaza de Figueira. Año 1987. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Tranvía de máxima tracción en la desaparecida carrera 17. Año 1987. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Fue en una Semana Santa, en concreto, la de 1987, cuando quien suscribe estas letras, tuvo ocasión de conocer por primera vez los tranvías de Lisboa, en compañía de dos de los mayores conocedores de este medio de transporte: José María Valero y Jordi Ibáñez. En aquel primer viaje, tomé las fotografías que acompañan este breve texto.
Coche 716 cubriendo la carrera Nº 12. Año 1987. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Coche 339. Año 1987. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Los tranvías de Lisboa son gestionados por la misma empresa desde que este medio inició su andadura el 17 de noviembre de 1873: la Companhia de Carris de Ferro de Lisboa, popularmente conocida como Carris, fundada el 18 de septiembre de 1872. La primera línea, impulsada por motor de sangre, enlazaba la estación de Santa Apolonia, con el barrio de Santos.
Coche 804, perteneciente a una de las series más elegantes de los tranvías lisboetas. Año 1987. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Coche 292 cubriendo la carrera 25. Año 1987. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Las primeras líneas de tranvías de Lisboa se establecieron con el ancho de vía internacional. Sin embargo, pronto proliferaron diferentes empresas de rippets, que aprovechaban los carriles del tranvía para mejorar la rodadura de sus carruajes. Para luchar contra este abuso, Carris decidió aprovechar los trabajos de electrificación de su red, emprendidos a finales del siglo XIX, para reducir la separación de sus carriles a una medida que impidiera su aprovechamiento por parte de estos competidores. De este modo surgía su particular ancho de vía de 900 mm.
Coche 332, fotografiado en Martin Moniz. Año 1987. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Los tranvías de Lisboa fueron pioneros en la introducción de la publicidad integral en los transportes públicos. Año 1987. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
El 31 de agosto de 1901 comenzaron a circular los primeros tranvías eléctricos, que siguieron utilizando las cocheras que habían empleado los de motor de sangre, situadas en Santo Amaro. Posteriormente, ante el constante crecimiento de la red, se establecieron nuevas cocheras en Arco do Cego y Amoreiras. Lamentablemente, la progresiva reducción del servicio tranviario experimentada a partir de los años setenta, motivo el cierre de ambas instalaciones por lo que, en la actualidad, las únicas cocheras activas son, precisamente, las más antiguas de la ciudad. Además, en ellas se encuentra la sede del museo de Carris, un fabuloso museo de empresa donde el interesado pude conocer con detalle la historia de este medio de transporte en la capital portuguesa y disfrutar, primorosamente restaurados, los vehículos más representativos. En ocasiones especiales, la mayoría de estos coches, perfectamente operativos, circulan por las calles lisboetas.
Coche de máxima tracción 339. Año 1987. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Cruce de dos tranvías "caixote". Año 1987. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
A partir de 1940, Carris introdujo en Lisboa los autobuses urbanos que, paulatinamente, fueron arrinconando a los tranvías. Sin embargo, el complejo trazado de algunas de las líneas más duras y, a su vez, más pintorescas, impidió la implantación total de este medio de transporte, garantizando la supervivencia del tranvía hasta nuestros días.
Coche 781 en uno de los tramos más difíciles de la red lisboeta. Año 1987. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Tranvía 451 en la plaza de Martin Moniz. Año 1987. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
En definitiva, Lisboa es una magnífica opción para disfrutar de estas breves vacaciones en una de las ciudades más maravillosas del mundo. ¡Buena estancia!
El anuncio de la pasta dentífrica Couto es un clásico de los tranvías lisboetas. Año 1987. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
Coche 706. Año 1987. Fotografía de Juanjo Olaizola Elordi
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