Hoy, 19 de noviembre, se conmemora el 175 aniversario de la inauguración del primer ferrocarril cubano... ¡y español!. En efecto, a Cuba le cabe el honor de ser el
octavo país del mundo en contar con un ferrocarril impulsado por locomotoras de
vapor. De hecho, en el año de su inauguración, 1837, muchos países europeos como Italia, Holanda, Suiza o la
propia España carecían de este medio de transporte, lo que da idea del gran dinamismo de la economía de las Antillas durante el siglo XIX. Es preciso recordar que, en aquel tiempo, la isla caribeña formaba parte de los territorios de la corona española por lo que, el primer ferrocarril cubano se convirtió también, en el primero de España. No hay que olvidar que la primera línea establecida en territorio peninsular, entre Barcelona y Mataró, no entró en servicio hasta 1848.
A principios del siglo XIX Cuba
era, junto a Puerto Rico y Filipinas, uno de los últimos reductos del antiguo
imperio español, ya que se mantuvo unida a su vieja metrópoli hasta el año 1898. La
economía de la isla era especialmente pujante, gracias en gran medida al gran
desarrollo de la producción de azúcar y tabaco. La aparición de la máquina de
vapor había permitido una rápida mecanización de los procesos de refinado de la
caña y la implantación de grandes ingenios azucareros con una clara vocación
exportadora, tanto hacia el continente europeo, a través de España como,
directamente, hacia el mercado norteamericano, gran consumidor tanto del azúcar
como de otro importante derivado: el ron.
Cuba era, por tanto, un territorio
con una economía muy dinámica y con relaciones culturales con los países más
desarrollados del momento, donde la influencia de británicos y norteamericanos
era cada día más importante. Las clases dirigentes de la isla y sus grandes
terratenientes estaban al corriente de las últimas novedades tecnológicas que
aportaba la revolución industrial e intentaban aplicarlas en la mejora de sus
negocios. Por ello, las primeras noticias sobre el desarrollo de los
ferrocarriles en Europa y Estados Unidos fueron acogidas con gran interés, ya
que uno de los inconvenientes que encontraba la exportación del tabaco, el
azúcar y el ron, se encontraba en su transporte desde los ingenios y refinerías
hasta los puertos en los que se embarcaba hacia los mercados consumidores.
Las primeras referencias
ferroviarias en Cuba se remontan a 1830, el mismo año en el que la locomotora
de vapor triunfó definitivamente de la mano de la Rocket
de Stephenson, vencedora del concurso de Rainhill. En esas fechas, un
comerciante de origen andaluz pero radicado en Londres, Marcelino Calero y
Portocarrero, quien también estuvo implicado en alguno de los primeros
proyectos ferroviarios en España, planteó al gobernador de la isla la
posibilidad de construir un ferrocarril entre La Habana y Güines que podría
ser construido, siguiendo el modelo británico, por una sociedad anónima.
La propuesta de Marcelino Calero,
así como otra realizada por Gaspar Alonso Betancourt para construir un
ferrocarril entre Nuevitas y Puerto Príncipe, en la parte oriental de la isla,
pronto llamaron la atención a los grandes terratenientes y comerciantes cubanos,
que veían en el invento inglés la posibilidad de abaratar el transporte desde
las plantaciones del interior hasta el mar, al mismo tiempo que se podría
aumentar de forma considerable el tonelaje movilizado en cada campaña
azucarera. Sin embargo, ni la iniciativa de Marcelino Calero ni la de
Betancourt se materializaron, pese a que éste último llegó a sufragar
los proyectos de la nueva vía que fueron redactados por Charles Harper, uno de
los ingenieros que colaboró con Stephenson en la construcción del ferrocarril
de Liverpool a Manchester.
El debate abierto por ambas
propuestas en la sociedad cubana pronto encontró eco en la Real Junta de Fomento,
presidida por el conde de Villanueva. Esta entidad contrató en 1833 los
servicios del ingeniero norteamericano Benjamín H. Wright para que redactase el
proyecto de construcción de un ferrocarril entre La Habana y Güines, trabajo
que desarrolló en colaboración con el español Nicolás Campos.
Una vez redactado el proyecto, la
reina de España, autorizó, el 12 de octubre de 1834, la construcción del
ferrocarril, así como la firma de un préstamo con el banquero británico
Alexander Robertson con el propósito de financiar los trabajos. Todavía fue
preciso esperar un año más para que, el 9 de diciembre de 1835, se emprendieran
las obras, en las que, además de los trabajadores libres de la isla, también se
empleó la mano de obra de esclavos y de emigrantes procedentes de Canarias,
Irlanda y Estados Unidos.
El desarrollo de los trabajos no
estuvo exento de dificultades, debido a la dureza del clima, las enfermedades
tropicales y la complejidad de algunas obras como la perforación del túnel del Socavón,
primer túnel construido en Cuba, o el puente de sillería sobre el río
Almenares.
El 28 de abril de 1837 llegaron
al puerto de La Habana ,
completamente ensambladas, las cuatro primeras locomotoras de vapor, construidas
en Londres por John Braithwaite, uno de los participantes en el concurso de
Rainhill con la locomotora Novelty.
Con ellas también llegaron los primeros maquinistas, asimismo de origen
británico. De inmediato se iniciaron los primeros ensayos sobre las vías recién
establecidas con el ancho de vía de Stephenson. De este modo, a principios del
otoño de ese mismo año todo estaba preparado para la inauguración del primer
tramo de la línea: los 25
kilómetros comprendidos entre La Habana y Bejucal. Para
tan magno acontecimiento se eligió el día 19 de noviembre, fecha que coincidía con
la onomástica de la Reina
de España.
El ferrocarril revolucionó la economía cubana. Archivo Vía Libre
Pese a que el día amaneció
lluvioso, a las 8 de la mañana se congregó una gran multitud en la estación de La Habana para ver como
iniciaba su marcha el primer ferrocarril cubano. En la actualidad, un museo
ferroviario en Bejucal recuerda la historia del primer ferrocarril que funcionó,
no solo en Cuba, sino también en España, ya que entonces la isla era una
provincia española, y en toda Iberoamérica.
La red se extiende
La inauguración del ferrocarril
entre La Habana
y Bejucal fue el primer paso para el desarrollo del tren en la isla. Un año más
tarde y, una vez más en la onomástica de la Reina de España, la vía se prolongaba otros 45 kilómetros hasta
alcanzar el destino inicialmente previsto en el proyecto: Güines.
El éxito del primer ferrocarril
cubano no se hizo esperar y sirvió de ejemplo para el desarrollo de nuevas
líneas a lo largo de la isla. Es más, su influencia llegó hasta la propia
metrópoli, ya que el promotor del primer ferrocarril construido en la España entre Barcelona y
Mataró, Miquel Biada, había participado anteriormente en la construcción del
camino de hierro de La Habana
a Güines.
Acción de la Compañía del ferrocarril de Guantánamo. Archivo Vía Libre
En el año 1854, Cuba contaba ya
con cerca de 600
kilómetros de ferrocarriles de servicio público, cifra
que contrasta notablemente con los escasos 300 kilómetros
existentes en España. En los años siguientes, el creciente desarrollo de la
industria del azúcar, el ron y el tabaco, impulsó la construcción de nuevas
vías, de modo que en 1885 la isla disponía de una red ferroviaria de 1.500 kilómetros
gestionados por un total de 12 empresas ferroviarias, todas ellas financiadas
por capitales españoles y cubanos, excepto una que era de origen británico.
Si bien la mayoría de los
ferrocarriles cubanos estaban financiados por empresas de capital
hispano-cubano, a nivel tecnológico la dependencia del extranjero era absoluta,
ya que no se desarrolló una industria local de material ferroviario. Aunque,
como se ha señalado, las primeras locomotoras fueron construidas en Inglaterra
y eran manejadas por maquinistas británicos, su resultado no fue el esperado
tanto por las deficiencias de las máquinas como por la torpeza con las que las
gobernaban sus conductores, lo que provocó diversos accidentes.
Locomotora de vapor de origen norteamericano en servicio en los ferrocarriles cubanos. Archivo Vía Libre
En 1838 llegaron a la isla las
dos primeras locomotoras construidas en los Estados Unidos por la casa Baldwin
de Philadelphia, y su manejo fue encomendado a maquinistas norteamericanos.
Gracias a su perfecta adaptación a las necesidades de los ferrocarriles
cubanos, se inició de este modo un proceso de dependencia tecnológica respecto
al poderoso vecino del norte que fue indiscutible hasta los tiempos de la
revolución castrista en 1959.
Locomotora fotografiada en la estación de Cienfuegos. Archivo Vía Libre
En 1898 Cuba alcanzó finalmente
la independencia de España. En ese momento, la red ferroviaria de la isla
contaba con 2.315
kilómetros de vías. El capital español pronto se vio
sustituido por el norteamericano, hasta que tras la revolución se procedió a su
nacionalización e integración en la empresa Ferrocarriles Nacionales de Cuba.
Locomotora diesel de los ferrocarriles cubanos. Archivo Vía Libre
En la actualidad, la red
ferroviaria de Cuba ofrece una red de 4.226 kilómetros
de vías que, en su práctica totalidad se explotan con tracción diesel. La
dependencia tecnológica norteamericana fue sustituida tras la revolución de
1959, por la soviética y, en los últimos años también han sido frecuentes las
adquisiciones de nuevas locomotoras en China y de trenes de ocasión en Canadá y
países europeos como España o Francia. Por ejemplo, la única línea
electrificada de la isla entre La
Habana y Matanzas cuenta con veteranos trenes de cercanías
procedentes de Barcelona y el tren más lujoso que enlaza la capital con
Santiago, es oficialmente denominado Tren
Francés debido a que su composición está formada por coches de acero
inoxidable de los antiguos Trans Europ Express que enlazaban París con
Bruselas, comprados en Francia a la
SNCF.
La explotación de los inmensos
campos en los que se cultiva la caña de azúcar ha permitido el desarrollo de
una extensa red ferroviaria independiente de los ferrocarriles de servicio
público. Estos ferrocarriles, que son gestionados por el Ministerio del Azúcar,
no prestan servicio regular de viajeros y únicamente funcionan en la temporada
de recolección de la caña, la zafra, que se prolonga desde octubre hasta abril.
Los ferrocarriles azucareros, con
una extensión que en la actualidad alcanza los 7.700 kilómetros ,
es decir, una longitud notablemente superior a los ferrocarriles de servicio
público, no constituyen una red homogénea, sino que fueron construidos por los
diversos ingenios azucareros siguiendo sus propios criterios técnicos. De este
modo, existen cerca de un centenar de pequeñas redes, independientes entre sí
y, aunque el 65% de ellas están establecidas con el ancho de vía estándar,
otros son de vía estrecha, con separación entre las caras internas de los carriles de 910, 760 y 600 milímetros .
Para la explotación de estos
ferrocarriles, el Ministerio del Azúcar dispone de 900 locomotoras de diversos
tipos y más de 30.000 vagones. Pero el aspecto más destacado de los
ferrocarriles azucareros es que en ellos todavía se utilizan locomotoras de
vapor. De hecho, en la actualidad existen cerca de 300 máquinas que, por lo
general, emplean como combustible un petróleo de baja calidad que se extrae en
la propia isla.
Las locomotoras de vapor en
activo en los ferrocarriles azucareros son auténticas piezas de museo, ya que
algunas fueron construidas en el siglo XIX pero, lo más sorprendente es que en el
año 2000, con la colaboración del ingeniero argentino Livio Dante Porta, se
procedió a la reconstrucción integral de una máquina, la 1816, en la que se
aplicaron las más modernas tecnologías del vapor. En la actualidad, los
ferrocarriles azucareros de Cuba son un reclamo turístico internacional que
atrae a amigos del ferrocarril de todo el mundo.
de un cubano, natural de bejucal,que dio con su post de carambola. saludos.
ResponderEliminarhttp://www.panoramio.com/photo/13850715
Me gustaría saber si se considera que el primer tren español fue en 1838 (cuando se completó la línea La Habana-Güines), o en 1837, cuando entró en servicio (y durante todo un año) el primer tramo entre La Habana y Bejucal.
ResponderEliminarEn principio, se considera que el primer ferrocarril español (aunque en los antiguos territorios de ultramar) es el tramo de La Habana a Bejucal, inaugurado el 19 de noviembre de 1837.
Eliminar¡ Muchas gracias por su rápida respuesta a mi pregunta sobre la línea La Habana - Bejucal !.
ResponderEliminarSiento no haber contestado antes.
Un saludo.
En 1964 fué mi padre Nahum Castro Henriquez como ingeniero mecánico con especializacion de locomotoras disel a ayudar mandado por el gobierno de Chile....me gustaria que se dijiera algo de ésto...hubieron muchas fotos y agradeceria tenerlas...mi padre falleció en Santiago de Chile el 13 de Enero de 2010...gracias...su hija que estubo estudiando en habana en ese año. Elisa Castro
ResponderEliminarBuenas tardes. Encontré que en 2013, los Ingenios azucareros de Cuba empezaron a funcionar con locomotoras de vapor. Esta última fotografía corresponde a una de las locomotoras activas actualmente? Si es así, podría utilizarla para colocarla en una Línea de Tiempo, que forma parte de un trabajo de investigación que se va a publicar?. Por favor, podría responder a migpatrimonio@gmail.com
ResponderEliminarGracias. Arq. María Isabel Gómez
Hola, quisiera saber si alguien visitó el museo del Ferrocarril de cuba (Estación Cristina) recientemente. Gracias. Miguel mamvideos@telecentro.com.ar
ResponderEliminarsi lo fui a visitar el museo del ferrocarril de maria cristina en cuatro caminos pero estba cerrado porque estan en obras y no se pudo ver y la junta la locomotora que hay a la entrada esta metida en jaula y no se ve entera y estaba muy sucia por el polvo de la sobras que estan aciendo alla , yo fui el dia 15 de febrero de esta año y esta como te digo , un saludo
EliminarLa historia de los trenes es muy interesante. te invitamos a descubrir más en nuestra web: https://aferioja.es
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