Lleguada de un tren cargado de caliza a Sestao. Fotografía de Lawrence G. Marshall
Evolución
Tal y como se ha señalado
en la anterior entrada a este blog, el ferrocarril de Sestao a Galdames inició su andadura el 8 de
Mayo de 1876. Construido para asumir un tráfico anual de más de 800.000
toneladas de mineral, la línea nunca alcanzó las cotas de tráfico inicialmente
previstas. Por otra parte, el tráfico se concentraba preferentemente en los en
los trece primeros kilómetros, en los que se atendía a las principales minas
del Monte Triano, en directa competencia con el ferrocarril del mismo nombre. Los
criaderos del entorno de Galdames no resultaron tan productivos como se había
calculado inicialmente, y además contaban en esta zona con la competencia del
ferrocarril de Castro a Traslaviña, inaugurado en 1898.
El
personal del ferrocarril de Sestao a Galdames posa para el fotógrafo. Foto
cedida por Miguel Estaban y Amando Román Ugarte.
A partir de los años veinte
del pasado siglo, el tráfico de minerales inició un imparable proceso de
decadencia que pudo ser parcialmente compensado con el transporte de piedra
caliza, procedente de las canteras de Bodovalle, que era utilizada como
fundente en los procesos siderúrgicos de Altos Hornos de Vizcaya. En todo caso,
la situación era cada vez más delicada, por lo que en 1936 la empresa
concesionaria decidió vender la línea a la Diputación de Vizcaya, institución
interesada en este ferrocarril ya que gracias a sus infraestructuras podía
mejorar los accesos del ferrocarril de Triano a la ría del Nervión, mediante el
aprovechamiento del túnel de Sestao. Asimismo, los bien equipados talleres
situados en esta localidad permitirían mejorar la capacidad de los saturados
talleres de Ortuella.
Los talleres de Sestao interesaron a los rectores del ferrocarril de Triano. Foto, Jeremy Wiseman
Durante unos años, la
Diputación de Vizcaya encomendó la explotación del ferrocarril de Sestao a
Galdames al ferrocarril de Triano, empresa que, como se ha señalado
anteriormente, era propiedad de la institución provincial. Sin embargo, tras la
Guerra Civil y la integración del ferrocarril de Triano en Renfe en el año
1941, el ferrocarril de Galdames perdió todo interés para la Diputación, por lo
que en 1946 se procedió a su venta a la Sociedad Española de Construcciones
Babcock & Wilcox.
Maquinista
de la locomotora Nº 11, Broomhead.
Foto, Reimar Holzinger
El interés del nuevo
propietario sobre el ferrocarril de Galdames se centraba nuevamente en el
estratégico túnel bajo Sestao así como en todos los terrenos y dependencias
existentes junto a la dársena de la Benedicta, ya que en esos momentos Babcock
& Wilcox proyectaba instalar un astillero para construcción naval, con
capacidad para el montaje de barcos de hasta 24.000 toneladas, en la dársena de
la Benedicta. Para ello era fundamental disponer de una buena comunicación
entre este punto y la factoría principal de la empresa, situada en la vega del
río Galindo, por lo que la compra de las instalaciones del ferrocarril
resultaba imprescindible para la materialización del proyecto.
Locomotora
de línea Nº 6, Thorburn. Foto,
Reimar Holzinger
Sin embargo, diversas
circunstancias impidieron que el proyecto del nuevo astillero llegara a
materializarse. De este modo, la actividad del ferrocarril de Sestao a Galdames
se limitó al trasiego de mineral y, principalmente, de roca caliza, así como al
transporte de los trabajadores de Babcock & Wilcox desde Sestao hasta la
fábrica principal de Galindo, para lo que se habilitaron algunos coches de
viajeros a partir de las estructuras de viejos vagones de carga. Aunque Renfe
llegó a denunciar estos servicios, al considerarlos como una competencia
desleal, su circulación se mantuvo hasta la definitiva clausura del
ferrocarril, que tuvo lugar en 1968. Poco después se desmantelaron las
instalaciones ferroviarias de las que a penas queda más vestigio que su vieja
traza, hoy convertida parcialmente en vía verde.
Tren
obrero en la estación de Sestao. Foto, Lawrence G. Marshall
La composición habitual de
los trenes del ferrocarril de Sestao a Galdames estaba constituida por una
locomotora de vapor y 35 vagones de dos ejes. Si en un principio se prestaba un
servicio muy frecuente, en los últimos años de explotación circulaban tan sólo tres
o cuatro trenes diarios que transportaban la caliza desde Bodovalle a Altos
Hornos de Vizcaya, así como un tren semanal desde las minas de Galdames. Ocasionalmente
circulaban algunos trenes desde las minas de Borja hasta Sestao así como los trenes
obreros entre Sestao y Galindo para los trabajadores de Babcock & Wilcox. Tras
la Guerra Civil, los embarcaderos de mineral a penas se utilizaban ya que casi
todo el mineral transportado era consumido en las factorías de AHV de Sestao y
Baracaldo.
Rústico coche de viajeros fotografiado en Sestao. Fotografía de Jeremy Wiseman
El
material móvil
El único parque de
locomotoras con que contó el ferrocarril de Sestao a Galdames fue el que
adquirió en sus inicios, entre 1873 y 1880. A lo largo de sus 93 años de historia no se
produjeron nuevas adquisiciones, mientras que, como consecuencia de su peculiar
ancho de vía, no fue posible la compra o venta de material de ocasión.
Locomotora Nº 6 fotografiada en Sestao. Fotografía de Reimar Holzinger
De indudable gusto
británico, el parque motor se dividía en locomotoras para el servicio de línea
y máquinas de maniobra. Las primeras fueron construidas por la empresa inglesa Kitson & Co. de Leeds. Se trataba de
un grupo de siete elegantes locomotoras de rodaje 230T construidas las seis
primeras en 1874 y la última en 1880. Sus números de fábrica eran 1902 a 1907 y
2048. Siguiendo la tradición de la época, todas ellas fueron bautizadas con
nombres de origen británico, muchos de ellos relativos a los principales
accionistas de la compañía, de modo que la Nº 1 se denominaba Sir John Brown, la Nº 2 Fowler, la Nº 3 Ashbury, la Nº 4 Jameson,
la Nº 5 Lockhart, la Nº 6 Thorburn y la Nº 7 Thames. La mayor parte de estas locomotoras circularon hasta la
clausura del ferrocarril en 1968, aunque en 1965 ya habían sido dadas de baja
del servicio las Nº 1, 5 y 6.
Locomotoras 7 y 9 sobre el puente giratorio de Sestao. Fotografía de Jeremy Wiseman
Para el servicio de
maniobras la Compañía adquirió cuatro pequeñas locomotoras del tipo 020ST, a la
casa británica Manning, Wardle & Co.
Ltd. Las dos primeras fueron entregadas en 1873, mientras que las otras dos
se construyeron en 1876 y 1877 respectivamente. Sus números de fabricación eran
429, 430, 623 y 658. Al igual que sus hermanas mayores, recibieron nombres
británicos, siendo la Nº 8 denominada Firth,
la Nº 9 Braby, la Nº 10 Peterson Ward y la Nº 11 Broomhead. Las dos primeras trabajaron
en las obras de construcción de la línea para posteriormente dedicarse, con el
resto de sus compañeras, a realizar maniobras en los muelles de Sestao y en los
diversos cargaderos y apartaderos de la línea. Las locomotoras Nº 8 y 11 fueron
dadas de baja a principios de los años sesenta mientras que las restantes se
mantuvieron activas hasta el final.
Locomotora Nº 10 efectuando maniobras en Sestao. Fotografía de Reimar Holzinger
Por lo que respecta al
material remolcado, el Ferrocarril de Sestao a Galdames contaba con 528 vagones
de dos ejes construidos por The
Darlington Iron Co., Eastwood &
Co. y Ashbury Carriage Co. de
Manchester. Cada uno de ellos pesaba 5 toneladas y admitía una carga de 7,5 toneladas.
El parque se completaba con algunos vagones plataforma, vagones para transporte
de balasto y una docena de coches de viajeros empleados en los trenes obreros entre
los que destacaba un elegante coche salón. Todo el material remolcado, salvo el
de viajeros, contaba con frenos de galga.
Vagones para el transporte de mineral. Fotografía de Reimar Holzinger
Todo este interesante
material móvil fue desguazado tras la clausura de la línea salvo el coche
salón, que en la actualidad se conserva en el Museo Vasco del Ferrocarril de
Azpeitia (Guipúzcoa).
Yo creo que este ferrocarril, cuando fué propiedad de Babcok, no tuvo conexión con dicha empresa.
ResponderEliminar